DIOTIMA Y EL ESTUDIANTE ENAMORADO

Jerónimo Brignone  -  Junio 2000

 

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“Al estar en medio de unos y otros llena el espacio entre ambos, de suerte que el todo queda ligado consigo mismo” (Banquete, Platón)

 

Hace poco más de un año leí por primera vez el diálogo platónico, el "Lysys", y quedé inmediatamente fascinado con la idea de teatralizarlo (la dirección y actuación teatral son una de mis actividades principales, y ya había tenido experiencias a público muy felices con Sófocles, Esquilo, Eurípides, Sáppho y Kaváfis, en casi todos los casos incluyendo en buena parte el idioma original). Pero al poco tiempo me crucé por azar (estaba particularmente barato en una mesa de ofertas) con "El Banquete", el cual me atrapó aún más y me puso en la disyuntiva de una obra o la otra.

La primera era más simple y por ello fácil de abordar, pero sentía que no tenía la profundidad y trascendencia de la segunda. Por esas cosas del destino, al poco tiempo me enamoré como hacía mucho no me pasaba, y conceptos del Banquete ("sobre el amor") se me aparecían involuntariamente con una presencia de tal intensidad y recurrencia, que ya no tuve dudas sobre en qué diálogo poner eventualmente mi energía. Otro gran giro posterior del azar fue enterarme que la obra en cuestión era un hito en la materia que comenzaba a cursar en la Facultad, y como había que elaborar una reflexión personal sobre la obra o parte de ella, paso a extenderme un poco sobre esta experiencia un tanto inasible del enamorado y cómo resonó entonces y todavía hoy en mí el discurso de Diótima en labios de Sócrates en labios de Platón.

El concepto de Diotima que de lejos más me impactó fue el de que el amor (ton Erwta) es "lo intermedio" (metaxu, que usado aquí con genitivo, se traduciría "entre, en medio de"). Intermedio entre belleza y fealdad, completud y carencia (como lo expresa el mito del origen de ErwV, concebido en la fiesta del nacimiento de Afrodita por las mañas de Penía -la Carencia o Pobreza- con Poros -la Completud o Recurso- mientras éste dormía), lo bueno y lo malo, daimwnn entre lo divino y lo mortal, lo perfecto y lo imperfecto, espíritu y cuerpo, y, agregaríamos, lo permanente y lo impermanente (¿entre Parménides y Heráclito?).  

Luis Gil, el traductor de la versión trabajada en clase, comenta en su presentación, citando a G.E.R. Lloyd, que "son evidentes los esfuerzos de Platón para superar el pensamiento por polaridad propio de los presocráticos, haciendo ver que la posesión de un atributo no implica por necesidad la posesión del contrario". Pero creo que la cosa no pasa solamente por una formalidad "filosófica" de superar léxicamente el dualismo, sino que, como místico práctico que según muchos era, y que nada casualmente elige el arte como camino de presentación de las ideas que quieren fundar ciencias, aquí Platón está tratando de transmitir una genuina experiencia vivencial, y es la de que la experiencia del amor nos pone de lleno en un espacio en el que sentimos (así, muy claramente en primera persona) al mismo tiempo e inmensamente la vivencia de la carencia y de la completud, del deseo (por supuesto, de lo que no se tiene, como le dice Sócrates a Agatón y, más tarde a nosotros, Freud) y de satisfacción, de vacío y plenitud.

Y sigo: de celosa posesividad, y de anhelo de la máxima libertad del ser amado; de, en los momentos de mayor entrega a la experiencia, sentirme y como nunca intensamente hombre, e inmediatamente y como nunca, intensamente mujer; de sólida, tangible intemporalidad, y la consciencia y voluntad de que el tiempo fluyente haga aquí y ahora su obra; de exultante seguridad y de delicadísima inseguridad; de intensa presencia de la carne, así como del espíritu; de lo sensible y de lo ideal, en la unidad de la persona amada; de lo igual y lo distinto; del disfrute de la quieta coexistencia de los cuerpos, y el ansia de movimiento; de descanso y anhelo, felicidad y llanto. De dolor porque el ser amado no es, en todos sus aspectos, el ser "idealmente anhelado" (la proyección narcisista, rígidamente fijada en la imaginación de "quién me haría feliz"), y, al mismo tiempo, de júbilo y alegría por exactamente los mismos motivos: porque NO es solamente un espejo y prolongación de mis obsesiones, sino, justamente, maravillosamente él mismo, "lo otro", no en cuanto a polar o idéntico, sino presente y fluyente en su propia mismidad. Es decir, no es "perfecto" (con toda la connotación tanática de la palabra "perfecto", de "lo perfeccionado, lo terminado", referida por el filósofo Jean Baudrillard y que hace recordar las rígidas estatuas mortuorias egipcias). Pero en el mismo instante que frente a él me digo este concepto, aparece como un latido, como la diástole le sigue a la sístole, la idea de que "por supuesto que es perfecto", porque justamente pasa todo ésto.

Pareciera que no puedo afirmar nada sin que aparezca inmediatamente (otra vez, como la secuencia necesaria de inspiración y exhalación) su opuesto. El aire se carga de silencio, un silencio que se vuelve sagrado y que, invocando a Spinoza, quiere persistir en su ser; pero automáticamente y sin poder evitarlo aparecen las palabras, palabras por borbotones (como Adriano y las estatuas de Antinoo), con un grado inusitado y desconocido en mí de lirismo y belleza que se parece en todo a la mentira, al artificio, y que al mismo tiempo no pueden dejar de brotar, naturales, intensas, "genuinas", como Sócrates inspirado, "enthusiasmado", procreando en la belleza de Fedro y la Naturaleza que los rodea en el diálogo que lleva el nombre de este último. Y mientras brotan las palabras, cualquier concepto verbalizado quiere, una vez más, su opuesto. Algo así como el punto opuesto que encierra el símbolo gráfico oriental de la dupla Yin-Yang (Lao Tsé, en muchos puntos cercano a Platón y de quien se desprenderán luego prácticas místicas parecidas a las de los neoplatónicos, define en su Tao Te King al ser creador, la verdad, etc., aunque sin usar esas palabras -lo llama "Tao"-, apelando -como Diotima- a pares de opuestos: "no es A ni no-A"). Una clara danza de dos, como la metáfora, que tanto usa Platón, y el símbolo, que está en medio del intérprete y del objeto o concepto en ese momento interpretado (no casualmente Diotima es sacerdotisa: tambien está "metaxu" entre lo sagrado o metafísico y el mortal aquí, y seguramente era adivina, y probablemente hetaira, como el texto y la exégesis histórica dejan entrever).

Todo símbolo es por fuerza relacional, y hasta pareciera que la historia del término tuviera que ver con esa piedra u objeto partido en dos que, al re-unirse, nos permite re-conocernos y re-ligarnos a un todo mayor desconocido pero al cual pertenecemos (el clan). Si, como insiste C.G.Jung, el ssímbolo debe ser, para ser tal, algo vivo, y por ende "no terminado", "no cerrado", sino siempre henchido de contenidos y derivaciones aún no sospechados, se ofrece como canal de apertura y acceso a "lo otro", al "no yo". La experiencia amorosa (y me refiero ahora no sólo a la erótica vinculada a un ser humano, sino en general) produce símbolos: imágenes, palabras, obras de arte, leyes. Estos productos del espíritu ("objetivo" -según Hegel-, en cuanto productor de valores no dados a nuestra percepción inmediata en la Naturaleza) están "metaxu" del yo y de "lo otro" (lo no yo). Siguiendo a Martín Buber, para que la experiencia sea de una real apertura y relación, y yo pueda recuperar mi calidad de ser vivo, sujeto y espíritu, lo otro no debe ser un "Ello" (objeto, cosa, con el cual al relacionarme me cosifico) sino un "Tú". Cualquiera que se haya dedicado al arte, a las mancias o a la interpretación en general, conoce la inevitabilidad de, para que la práctica funcione, tener que abrirse al objeto de trabajo como si fuera un "Tú", un otro en el cual uno se pierde -y reencuentra- a sí mismo, como en la manía helénica. Y en el caso del amor erótico, el ser amado es quien se posiciona  exactamente metaxu del universo y yo. Es el canal, el agente catalizador, fin y medio (más bien "ni lo uno ni lo otro": metaxu). Y, en suma, está, una vez más, "metaxuu"; entre el "Ello" y el "Tú" de Buber.

Este concepto (el de metaxu) que reúne opuestos sin anularlos, trascendiéndolos sin "superarlos", participando de unos y otros sin estancarse en la "perfección" de ninguno de ambos (¿”intermedio” entre democracia y aristocracia?), me parece uno de los logros intelectuales más geniales de Platón y presente en la cultura griega toda. Concepto para mí intensamente deseable en cuanto a que contiene lo multidimensional de la existencia y se evidenció en los mejores, más intensos, bellos y felices momentos de mi vida. Tan presente, por ejemplo, en la tragedia griega, metaxu de Apolo y Dyonisios, símbolo del arte más logrado, y por ello muerto y continuamente resucitado. En la obra de arte en general, relacional tanto en su estructura (la belleza se asocia con la armonía en la composición de los diversos elementos de la obra, o sea, se da "en el medio de" los mismos) como en su función. En Diotima, metaxu de Sócrates y las verdades eternas, suprasensibles, "sagradas". En Sócrates, metaxu de Diotima y los interlocutores del arquetípico banquete ("sumposion" viene de “sun" + “pothV", "el que bebe con": es ya en sí relacional, ocurre "metaxu"), Aristodemo metaxuu de Sóccrates y Apolodoro, y éste metaxu de Aristodemo y los propios amigos, ávidos de saber. Y por último, en la obra "El Banquete" en sí (con todos los innúmeros copistas, traductores y comentaristas "intermediarios"), metaxu del arte y de la ciencia (del artificio y de la verdad), metaxu de nosotros y de Platón.

Si nos asomamos a la etimología de la palabra metaxu, vemos, según el reconocido filólogo griego Babiniótis, que está compuesta de meta <+ xu(n). Meta, en suss primeros y más habituales usos en el griego preclásico, era una preposición que, con genitivo, dativo o acusativo, tenía el sentido de “en medio de”, “entre”, (y, menos, “juntamente” y “además”), y que posteriormente adoptó el uso, cada vez mas frecuente y luego exclusivo (con acusativo) de “a continuación de” y “después”. Aquel primer uso de “medio” tendría relación directa con el *met(i) indoeuropeo, el que será luego raíz de ese concepto en numerosas de lenguas modernas. Y en cuanto al xu(n), del cual luego se abandonó la (n), se convirtió muy temprano en su sinónimo sun, el habitual prefijo (cuando no preposición) que denota el concepto de “con” o “juntos” (todavía en uso en el “su” lituano y el “su” eslavo). Proviene probablemente del verbo xuw, el ccual posteriormente cobró el sentido de “arañar”, “rascar”, “lijar” y eventualmente “pulir”, “alisar”, pero que habría tenido un uso más antiguo de “tocar”. Es decir, metaxu, ”en medio de” o “entre” al estar “con”, “juntos”.

Quizás este simple concepto relacional, el de metaxu, paradigma del lenguaje y del símbolo como tal, sea resumen de la cultura toda, en su intrínseca dialéctica generadora, y en su mejor reflejo de la cualidad creadora, vital y plena de la Naturaleza, entendida como contracara "no opuesta" del espíritu.

En mi primer acercamiento a Platón no entendía bien cómo era que unía en un movimiento lo erótico y el saber. Me parece interesante ahora recordar que en el hebreo bíblico, "conocer" se usa como sinónimo de "copular". Y que, más acá en el tiempo, pareciera ser el Espíritu Santo de los cristianos quien expresa, mediante el amor, la relación entre lo uno y lo otro. Para ir cerrando, me parece pertinente referir lo que una vez oí decir a Kyran, un místico sufí, y es que en el amor transitamos por la resbaladiza experiencia de la orilla: no es exactamente la tierra firme, la isla del yo y de lo conocido en la cual nos encontramos aislados, ni tampoco el vasto e infinito océano del todo indiferenciado, que nos define por oposición y en el cual podemos quizás ahogarnos.

Ni lo uno ni lo otro:  metaxu.

 

Jerónimo Brignone (Junio 2000)

 

Bibliografia referida:  

BABINIOTIS, Giorgios, Diccionario Etimológico de la Lengua Neo-Helénica, Kendro Lexicologuías, 1998

BAUDRILLARD, Jean, El Crimen Perfecto, Editorial Anagrama, 1997

BAUDRILLARD, Jean, De la Seducción, Ediciones Cátedra, 1987

BUBER, Martin, Yo y Tú, Ediciones Nueva Visión, 1994

JUNG, Carl Gustav, Tipos Psicológicos, Editorial Sudamericana, 1985

LAO TSE, Tao Te Ching, Editorial Nacional, Orbis, Hyspamérica, 1983

PABON S. DE URBINA, José M., Diccionario Manual Vox Griego - Español, Bibliograf, 1995

PLATWN, SUMPOSION", 202e, KAKTOS, 1991

PLATON, Banquete, traducción y notas de M. Martínez Hernández, Editorial Gredos, Planeta-DeAgostini, 1995

PLATON, Banquete, notas del traductor Luis Gil, Editorial Labor, Orbis, Hyspamérica, 1983

PLATON, Banquete, estudio preliminar de Francisco Larroyo, Editorial Porrúa, 1998

RUSSOVICH, Alejandro, apuntes de clases dictadas, materia Filosofía, cátedra Abraham, Mayo-Junio 2000

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