Entrevista a Jerónimo Brignone en el Diario "La Nación"


Jerónimo Brignone

Domingo 13 de Agosto de 2006

"Creo que se puede creer"

   

 
      “El centro funciona en el segundo piso de un edificio de la zona de Congreso, construido por Alejandro Christophersen (1866-1946), arquitecto mítico y de a ratos astrólogo, que en sus diseños solía incluir signos y elementos que recordaran una vieja correspondencia: la del cielo y la Tierra. "La astrología apareció en mi vida mezclada con muchas otras cosas que interesan, y asustan, a los chicos: literatura y cine de terror, invasores extraterrestres, etcétera.
En la adolescencia, el interés se transformó en gusto por las ciencias ocultas, pero mi relación con la astrología no era buena entonces: le tenía un temor particular por sus connotaciones fatalistas.
No quería saber lo que iba a pasar y entendía que ésa era la función de la astrología", comenta Jerónimo Jerry Brignone, director de estudios de la Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires, institución que el 19 de abril cumplió 45 años. "Pero a los 22 años tuve una crisis personal y un amigo me contó, con mucho entusiasmo, que se había hecho hacer una carta natal. Aunque con muchas dudas, seguí su ejemplo. Desde entonces la astrología apareció como una búsqueda apasionante y seria que orientó mi vida", agrega.


–¿Cuál es la función de la astrología?
–Investigar y buscar la verdad que hay en las correspondencias posibles entre ciertos fenómenos celestes y ciertos fenómenos terrestres. Una búsqueda que comienza con el despertar de la humanidad y sigue a través de los tiempos, en todas las culturas, con estilos y maneras distintas, pero con la misma inquietud. Nosotros estamos convencidos de que los aportes de esa investigación significan un mejoramiento para los seres humanos. Pero reconocemos que la astrología vive un momento muy difícil.

–¿Por qué?
–A mitad del siglo XX confluyeron factores que hicieron imaginar que el horizonte inmediato de la astrología era promisorio. Comenzaba la Nueva Era (New Age), con su valoración de teorías y propuestas no convencionales. Y la astrología apareció como un espacio psicológico espiritual para el conocimiento personal, con el rigor de una ciencia. Es más, la idea era convertirla en una ciencia positiva, como vuelta a la tradición: la mayoría de los grandes científicos de la antigüedad, como Ptolomeo o Pitágoras, fueron también astrólogos.

–¿Qué pasó?
–En 1928 se publica el primer horóscopo en un diario masivo, y desde ahí el sentido de la astrología se desdibuja. Se predice lo que ocurrirá en un día, en un año, de manera trivial y grotesca. El consumo se masifica, pero mientras para algunos es sólo un entretenimiento, para otros es un pronóstico cierto y una necesidad. Hay un estudio muy interesante sobre el tema de Theodor Adorno, filósofo y sociólogo alemán de la escuela de Francfort que, a partir de un análisis freudiano marxista, analiza la incidencia de los horóscopos masivos en la cultura de masas; el libro se llama Bajo el signo de los astros. Presenta la astrología como un telón detrás del que se ocultan negocios, manipulaciones políticas y campañas de todo tipo.

–Increíble.
–Y así, poco a poco se terminó por hacer creer que ése era el objetivo de la astrología. Ese fenómeno, durante los años 60 y 70, ahogó aquel horizonte promisorio y así llegamos a este momento crítico. Acabo de ver, en Europa, el auge de un tipo de astrología basura que responde trivialidades sobre el futuro con sólo cliquear con el mouse o accionar una tecla del celular. Y esa información afecta a los estudiosos, sobre todo a los que recién comienzan, tentándolos con salidas fáciles. Pero no quiero pensar lo que se siente al abandonar una búsqueda profunda, que es la respuesta a una vocación, por un atajo trivial, aunque esté bien remunerado. Pero, pese al mal momento, soy optimista, hay gente muy valiosa. Creo que se puede creer (ríe).

Luis Aubele

 

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LA NACION | 13.08.2006 | Página 14 | Espectáculos

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