El
latín clásico tenía los cinco sonidos vocálicos que corresponden a nuestros
cinco signos a, e, i, o, u. Las
lenguas románicas -singularmente el catalán, el portugués y el francés-
tienen muchos más matices fonéticos, ya que la a,
la e o la o son susceptibles de pronunciarse más o menos abiertas, y el francés
posee, además, el sonido de ü intermedio
entre la i y la u (similar al alemán, y a la ypsilon griega clásica).
Por
otra parte, las cinco vocales del castellano no se pronuncian lo mismo en el
caso de ir acentuadas que en el de ser átonas; no es lo mismo la i
de silla que la i
de pálida; la u de puro que
la u de título.
Vocales
largas y breves: en
latín clásico, las vocales se dividían en largas ( ˉ ) y breves ( ˇ
). Tenemos, pues, que calcular su número en diez.
Importancia
del acento: para el estudio de la historia del idioma tiene
mucha importancia conocer la situación del acento dentro de cada palabra, ya
que el acento del vocablo latino se mantiene casi siempre en el latín vulgar y
después en el romance. Ahora bien, si la sílaba acentuada persiste en el nuevo
vocablo, no siempre se conserva la vocal en la misma forma que tenía en latín;
por el contrario, sufre algunas evoluciones.
Largas
y breves, abiertas y cerradas: en primer lugar, al pasar el
latín clásico al latín vulgar, las vocales dejaron de dividirse en largas y
breves para dividirse en abiertas y cerradas. En general, las vocales breves
tendieron a las formas abiertas, y las largas, a las cerradas.
Vocales
mantenidas y vocales diptongadas: el paso del latín vulgar al
romance castellano se marca por una nueva evolución. Al paso que las cinco
vocales largas se mantenían firmemente, las breves oscilaban: la ĭ y ŭ se convertían,
respectivamente, en e y o.
Y la ě y la ŏ se
diptongaban en ie y en ue. La ă breve dio a.
Cuadro
de la evolución de las vocales tónicas: las vocales acentuadas
latinas experimentaron, pues, la transformación siguiente:
1°
2°
3°
4°
5°
6°
7°
latín
clásico ī
ĭ ē
ĕ
ā ă
ŏ
ō ŭ
ū
latín
vulgar i
i e
e
a
o o
u
u
español
i
e
ié
a
ué
o
u
Ejemplos:
1°
ī > i
fīliu
> hijo; scrīptu > escrito
2°
{ ĭ ; ē } > e
consĭlium
> consejo; pĭlu > pelo; aliēnum
> ajeno; plēnu > lleno
3°
ĕ > ié
pĕtram > piedra;
sĕptem > siete
(en
algunos casos, ie se convierte en i:
Castĕlla > Castiella > Castilla; sĕlla
> siella > silla)
4°
{ ā ; ă } > a
mānu >
mano; pātrem > padre; grătia
> gracia; ănnu > año
(cuando
al sonido a sigue inmediatamente una i,
tiende
a convertirse en el sonido intermedio e:
laicu > lego.
También
cuando hay una consonante intermedia:
caballariu > caballero; capiat > quepa)
5°
ŏ > ue
fŏrtem
> fuerte; fŏntem > fuente
6°
{ ō ; ŭ } > o
nōmen > nombre; vōce > voz; ŭnde >
donde; cŭbitu > codo
7°
ū > u
fūmum > humo; acūtu
> agudo
Una
excepción importante: vocal tónica seguida de yod.
La
evolución fonética que acabamos de resumir sufre, como hemos visto, una
importante transformación cuando la vocal tónica va seguida de yod.
Con este nombre se designa un sonido aparecido en el latín vulgar que tiene el
valor fonético de i palatal.
Esta
i procede unas veces de una consonante
desaparecida. Ejemplo: sartagine > sartine
> sartén; otras, del grupo ct o cl: lacte > laicte
> leche.
Este
sonido altera profundamente el cuadro anterior. Así, lacte no da *lache, como
se desprende del cuadro de la evolución de las vocales tónicas consignado,
sino, como vimos, leche. Factu
no da *hacho, sino hecho.
Evolución
de las vocales átonas: las vocales inacentuadas pueden ser iniciales, protónicas o postónicas
(según vayan antes o después del acento) y finales.
Su transimisión del latín al castellano es siempre más imprecisa e insegura
que la de las vocales tónicas.
Las
iniciales se conservan, en general,
aun cuando no faltan casos de pérdida, como en apotheca > bodega. En algunos casos, la i se transforma en e (inimicu
> enemigo), y la u, en o (cuculla > cogolla).
Las
protónicas desaparecen al pasar del
latín al castellano, excepto la a.
Ejemplo: laborare > labrar (excepción:
paradisum > paraíso).
Las
postónicas tienden también a
perderse, excepto la a. Ejemplo: tabulam
> tabla (excepción: orphanum
> huérfano).
Las
finales a y o se mantuvieron: apicula
>
abeja; lego > leo. Tanto e
como i > e: venit
> viene; patrem > padre; tenet
> tiene. Se perdió la e tras t,
d, n, l, r, s, c: habere >
haber; panem > pan; salem >
sal; veritatem > verdat
> verdad. La o y la u > o: fructu >
fruto.
Vocales
dobles: las
vocales dobles producidas por la desaparición de la consonante intervocálica,
se hacen sencillas: sedere > seer
> ser (pero se conserva en legere
> lee y posedere > poseer).
Consonantes
iniciales simples: se conservan casi todas.
B
:
bonu > bueno; bibere > beber; bulla >
bola.
C
:
calice > cauce; consiliu > consejo; casa >
casa.
D
: digitu > dedo; datu > dado; dormire >
dormir.
L
: latrone > ladrón; latu
> lado; legatu > legado.
M
: magistru > maestro; mobile >
mueble.
N
:
nigro > negro; nubilare > nublar; napu >
nabo.
P
: parare > parar; pinu > pino; parente >
pariente.
Q
:
que > que; quem > quien. Transforma solamente la grafía en quando
> cuando; quarta > cuarta.
R
: rosa > rosa; restare > restar; rivu >
río.
T
:
totu > todo; tigre > tigre; teneru >
tierno.
V
: virgine > virgen; vestire
> vestir; viride > verde.
Hay
algunas excepciones ocasionales:
c
> ch :
cisme > chisme; ciccu > chico.
f
>
h : la f latina conservó la grafía hasta el siglo XV, pero la desaparición
del sonido es muy anterior, probablemente por influencia del ibérico, que no lo
tenía. La h, que sustituyó a la f,
fue en un principio, aspirada (es decir, sonada como una j
suave) hasta el siglo XVII. Se conservó, sin embargo, delante de ue: fonte > fuente, focu
> fuego. Y delante de r : fronte
> fruente > frente (La pérdida
del valor fonético de la f es uno de
los rasgos que distinguen al castellano del catalán-valenciano-mallorquí y del
gallego-portugués. También se conserva en el Alto Aragón y en parte de
Asturias).
G
:
se conserva ante a, o, u : gaudium > gozo; gurdu >
gordo. Se transforma en y cuando va
seguida de vocales tónicas: géneru >
yerno. O se pierde si dichas vocales son inacentuadas: germanu > hermano; jactare >
echar.
S
:
algunas veces da j (este tambio se
cree debido al influjo morisco, ya que éstos pronunciaban toda s castellana como j): sapone
> jabón; suco > jugo. En otras ocasiones, da ch o c: silare
> chillar; serare > cerrar; soccu > zueco.
J
:
se conserva en jocu > juego; jurare
> jurar. Se transforma en y en jam
> ya; jugu > yugo. Y se
pierde en jungere > uncir.
Consonantes
interiores simples: las consonantes sonoras intervocálicas se
conservan.
Las
sordas, en general, se sonorizan:
-p-
> -b- : caput > cabo; capra > cabra.
-t-
> -d- : capitales > cabdal > caudal.
-c-
> -g- : delicatu > delgado.
-f-
> -b- : profectu > provecho; Stefanu > Esteban.
Las
sonoras se conservan como en nidu
> nido, o tienden a desaparecer como en laudare
> loar; legale > leal.
Consonantes
finales simples: se mantienen únicamente en el español moderno las
consonantes finales d, n, r, m, l, s y z,
las cuales proceden de:
-t
> -d :
vanitate > vanidad.
-n
> n
: pane > pan; in > en.
-r
> -r
: amore > amor; cantare > cantar.
-m
> -n :
cum > con; tam > tan.
-l
> -l :
fidele > fiel; sale > sal.
-s
> s
: musas > musas; rosas > rosas.
-c
> -z
: pace > paz; voce > voz.
La
m ya se había perdido en el latín
hablado, sólo se conserva, transformada en n,
en los monsílabos para reforzar su debilidad fonética.
Consonantes
iniciales agrupadas: consonante
más r se conserva en general: breve
> breve; crepare > crebar >
quebrar; dracone > dragón; frágile
> frágil; gradu > grado; traditione > tradición.
Consonante sorda más l > ll : clamare
> llamar; clave > llave (clavícula > clavija es un cultismo); flamma > llama (algunas veces l : flacidu > lacio); plaga
> llaga; plana > llana.
Consonante
sonora más l > l : *blastimare
> lastimar; blastema > lástima
(se conserva en las palabras de origen germánico, como blanco);
glattire > latir.
Al
grupo s más consonante se le antepuso
una e o i, convirtiéndose en interior: speculu
> espejo; specie > especie.
Consonantes
interiores dobles: se convierten en sencillas, excepto la ll y la nn.
-bb-
> -b- :
sabbatu > sábado; abbate
> abad.
-cc-
> -c- :
bucca > boca; vacca > vaca.
-dd-
> -d-
: additione > adición; adducere
> aducir.
-mm-
> -m- :
summa > suma; gemma > yema.
-pp-
> -p- :
cuppa > copa (en cambio cupa
> cuba).
-tt-
> -t-
: sagitta > saeta; *platta > plata.
-ss-
> -s-
: sessu > seso; grossu > grueso (en el castellano antiguo se mantuvo como signo
de la s sorda).
-ll-
> -ll- :
Castella > Castilla; collum
> cuello (en latín no existía el sonido ll,
es formación romance, lo mismo que la ñ).
-nn-
> -ñ- :
pinna > piña (la grafía de la ñ
surgió de emplear una tilde encima de la n
para indicar que se había suprimido en la escritura, para abreviar, otra n).
Consonantes
interiores agrupadas: se conservan en muchos casos.
Cuando
anteceden una l o r
: herba > hierba; formica >
hormiga; corda > cuerda; fartu
> harto; mercatu > mercado; largu
> largo; furnu > horno; marmore >
mármol; servu > siervo; alba
> alba; silva > selva; ulmu >
olmo.
Se
conservan igualmente n, m o s
más consonante sorda: tempestate >
tempestad; ante > ante; inferiore > inferior; testu
> tieso; musca > mosca.
Excepciones:
mb
> mm > m :
palumbu > palomo; plumbu
> plomo.
ng, ng, mn > ñ : tingere
> tañir; ringere > reñir; pugnu >
puño; insignare > enseñar; sommu
> sueño.
ct > ch : lactuca
> lechuga; Sanctu > Sancho; nocte
> noche.
rs, ns > s : mensa
> mesa.
sc > c : crescere
> crecer; pisce > pez.
pt > p : septe
> siete; september >
setiembre; captare > catar.
Consonante más semiconsonante: la
semiconsonante es un sonido que comienza a articularse como consonante y después
se abre como si fuese vocal (bien, viaje).
-di- (intervocálica) > y
: podiu > poyo (puig
en catalán); radiu > rayo; si
al grupo di le antecede consonante, da
z; igual ocurre con ti y ce : verecundia
> vergüenza; fortia >
fuerza; tertiariu > tercero; lancea
> lanza.
-ni-, -ne- > ñ : seniore
> señor; renione > riñón; aranea >
araña; Hispania > España; castanea
> castaña.
-li- > j : cilia
> ceja; folia > hoja;
palea > paja.
Vocalización de las consonantes: en
algunas ocasiones se convirtieron las bilabiales p,
b y la alveolar l, ante sonido
sordo, en vocal: capitale > cabdal
< caudal; capitellu > cabdiello >
caudillo; civitate > cibdad
> ciudad; debita > debda >
deuda; salice > sauce; calice
> cauce, balbu > *baubo > bobo; altariu
> autairo > otero. A veces la vocalización de la l es un paso hacia la palatización: multu > muyto > mucho y muy.
Agrupaciones romances: al
perderse la vocal, debido a su calidad de protónica o postónica, las
consonantes quedaban unidas y se ocasionaban grupos de difícil o extreña
prounciación, algunas veces imposible. De ahí los cambios y evoluciones
peculiares del español (o comunes a las demás lenguas romances)
y desconocidas, por lo tanto, del latín. He aquí las principales:
c´l (la vírgula entre las dos
consonantes indica que se perdió la vocal intermedia) y g´l
> j : ovic(u)la > oveja; pellic(u)la
> pelleja; oc(u)lu > ojo; coag(u)lu > cuajo; reg(u)la
> reja (regla es un cultismo).
Si a estos grupos les precede consonante, cambia a ch y ñ, respectivamente
: masc(u)lu > macho; sing(u)lariu
> señero; ung(u)la > uña.
t´n, t´l, d´l, b´l suelen
cambiar de lugar (metátesis): cat(e)natu >
candado, ret(i)na > rienda; capit(u)lu
> cabildo; spat(u)la >
espalda; mod(u)lu > molde (se
transforma en r en alaundula
> alondra); sib(i)lu > silbo
(algunos grupos latinos bl también
truecan de posición: oblidare >
olvidar).
m´n, m´r > mbr : inculm(i)nare
> encumbrar; fem(i)na >
hembra; lum(i)naria > lumbrera; hum(e)ru
> hombro; mem(o)rare >
membrar.
m´l > mbl : sim(i)lante
> semblante; trem(u)lare >
temblar (a veces se produce metátesis: cumulu
> colmo).
n´r se conserva en hon(o)rare > honrar; se hace ndr
en ingenerare > engendrar, y se
produce metátesis en teneru >
tierno.
Para mayores detalles pormenorizados sobre los “cómos”, los “cuándos” y los “por qués” de todos estos cambios, consultar la BIBLIOGRAFIA sugerida.