Juan J. Brignone es profesor de griego moderno en el curso gratuito abierto a toda la comunidad que se ofrece en la Universidad de Buenos Aires. Cursó allí estudios de lingüística formal y desde hace años se ocupa de la divulgación en la Argentina de la cultura griega contemporánea.

-¿Cuáles son las diferencias básicas entre el griego antiguo y el moderno?

Del griego antiguo tenemos registros históricos muy tempranos. Es el objeto de estudio que se suele abordar en las universidades para el conocimiento de la cultura clásica, la estructura común a los textos de unos pocos siglos muy importantes (digamos, desde Homero hasta Aristóteles). El griego moderno es en cambio una lengua viva contemporánea que resulta del desarrollo ininterrumpido de aquél, hablada hoy como lengua madre por unas veinte millones de personas, dentro y fuera de Grecia. Como con el latín (y otras lenguas de la familia indoeuropea), respecto de sus continuaciones, tal como el castellano o el italiano, su gramática se fue simplificando notablemente. Esto es muy visible en el sistema verbal y las declinaciones.  

-¿El griego moderno es una lengua que sufre la "contaminación" de otros idiomas?

En los últimos siglos existió el prejuicio, entre los intelectuales occidentales que no conocen el griego moderno, de que había sido “envilecido” por el largo dominio turco y la influencia de otras lenguas. Paradójicamente, la realidad es que su desarrollo estuvo muy poco influenciado por su contacto directo con otras lenguas, tales como las eslavas, turca o italiana. Resulta más bien de un cambio gradual en el tiempo, intrínseco a toda lengua viva. Y si bien, como todo idioma, tiene varios vocablos tomados de otros, es notable cómo ha mantenido su propia identidad a lo largo de más de tres mil años.  

-¿Los alumnos se muestran interesados en aprender una lengua que no es común ni típica?

Los estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA se caracterizan por un genuino amor al conocimiento en general, más que por las consecuencias prácticas del título. Quizás eso explique la magnífica respuesta a la propuesta de su Instituto de Filología Clásica. El interés por conocer una lengua poco difundida pero tan cercana a nuestras raíces culturales, sus aspectos etimológicos, el adquirir la expresión viva de lo que se estudió como “lengua muerta”, o hasta el haber sido fascinado por la música griega moderna, suelen ser las causas más frecuentes.

 

Informes:

Instituto de Filología Clásica, Facultad de Filosofía y Letras – UBA

Puan 480, 4º Piso, oficina 457 - Tel. 4432-0606, int 139

http://www.filo.uba.ar

 

 

.194   Sábado 16 de junio de 2007

Buenos Aires, República Argentina

 

 

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